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martes, 21 de agosto de 2012

III- EL MIEDO Y EL SEXO...

 III - El buen sexo y su mala fama

El MIEDO y el SEXO no debieran ir nunca juntos. Pocas cosas pueden hacer tanto daño como el disfrute que se obtiene del miedo, de la fuerza, del abuso, del dominio.
Acechan además las otras consecuencias del sexo precoz, del sexo forzado, del sexo descuidado: se puede perder o hipotecar la vida en un instante de abuso o de descuido. Hay enfermedades tan graves que pueden causar la muerte. Pero está sobre todo la reproducción no deseada, el embarazo infantil o juvenil, el verse forzadas desde muy temprano a una responsabilidad que aún no les correspondía, a ser madres cuando eran todavía niñas, a ser madres cuando no lo deseaban, cuando no estaban física, mental o afectivamente dispuestas a serlo. Y ellos, a ser padres también: unos, jóvenes asustados que muchas veces huyen de las consecuencias de un descuido irresponsable; otros, adultos que abusaron de su poder y a los que simplemente no les importa.


                                          

Así somos los seres humanos: podemos tomar lo más maravilloso y transformarlo, a base de miedo y egoísmo, en una tragedia, en un pecado de los más nefastos: destruir la vida de los otros por un malentendido disfrute pasajero.

Por eso debemos hablar de sexo, acabar con su mala fama, con su tabú, sacarlo del escondite en que lo hemos ocultado y airearlo: que todos lo conozcan, que aprendan y que aprendan bien:     hay que vivir sanamente la sexualidad, responsablemente, amorosamente. Esto tenemos que aprenderlo desde muy pequeños, en nuestras casas, con nuestros padres, hermanos, abuelas... el diálogo con los jóvenes es fundamental. 



Tenemos que aprenderlo también en la escuela y el colegio, abrir espacios para la reflexión y esa educación para la vida y la convivencia que tanta falta nos hace. Educar para la afectividad es algo vital, aprender a querer y respetar, aprender a dar y recibir cariño, aprender que la caricia no es un arma sino un gesto de afecto, y que puede ser muy hermoso.
No debemos temer al sexo ni, mucho menos, a la educación sexual. Temamos, sí, a la ignorancia que permite transformar la manzana – fruta sana y sabrosa – en fuente de pecado y, al sexo, en fuente de agresión, de dominio, de maltrato y de abuso egoísta. Liberémonos del miedo y la ignorancia. Sepamos ser criaturas del amor.

                                                                                                                                                                              Leonardo Garnier




FUNDACIÓN Q´INTI Organización Promotora de Actividades Educativas,Desarrollo y Bienestar Social.

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