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domingo, 31 de julio de 2011

RECUPERANDO LA RAIZ

El deporte más popular de nuestros días, el que más tiempo nos consume, la principal fuente de esparcimiento y el que condiciona una gran parte de nuestras conductas es la marca universal de una pantalla. 
La pantalla de TV, la de Internet, o la que simplemente nos guía a sus propuestas de consumo. 
En lugar de caminar o andar en bici, preferimos el transporte de motor. En vez de arreglar los desperfectos del hogar, desechamos lo alterado y nos compramos uno nuevo. Nos quejamos de cansancio … pero al cuerpo … ¡ni lo usamos! En realidad, estamos cansados porque nos falta entrenamiento para las funciones básicas del movimiento, o porque empleamos nuestro esfuerzo de una forma inadecuada.  
Las malas posturas de la columna vertebral, la hipotrofia muscular, la carencia de costumbre orgánica de usar energía para las tareas más elementales provocan fatiga, contracturas y neuralgias. Esta es una verdad antropológica: los humanos nacimos usando nuestro cuerpo y nuestra mente para subsistir. Como resultamos seres sociales, interactuamos con los demás y con el ambiente. La armonía de la función corporal, mental y social define el estado de Salud. Las últimas décadas nos ataron a un mercado de consumo innecesario y desmedido que tan sólo nos convierte en sujetos pasivos compradores de cosas. 
 Se nos propone adquirir objetos o hábitos que nos acercarían a un supuesto estado de bienestar. Casi todas las opciones van de la mano del individualismo (conspiran contra el bienestar psico-social), del sedentarismo (atrofia el movimiento natural) y agraden el ambiente (alteramos el aire, el agua, la tierra, los alimentos...). 
Consecuencias de estas costumbres sedentarias: la obesidad, la hipertensión, las várices, los sufrimientos de columna, la constipación, el cáncer de colon, el cáncer de mama, la diabetes, la depresión, el aislamiento y la contaminación ambiental. Ante la deformidad del cuerpo, ante la falta de descarga de energía física, ante la deficiente irrigación sanguínea, ante los dolores y la inhabilidad motriz, terminamos no queriéndonos, no valorándonos y la autoestima se desploma. 
Entonces seguimos los consejos de ese mismo marketing que nos condujo a estas dolencias para buscar sus soluciones.
No hay mayor garantía para la salud humana que una plena conexión con las frecuencias de la Tierra.

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