Que el camino salga a tu encuentro. Que el viento siempre
esté detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y hasta que nos
volvamos a encontrar, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano.
Yo, una vez, también, tuve un padre.
Y podía llamarle
¡padre!
Y pedirle que me cuente
historias
Los ojos de mi padre
Tenían el brillo
y la esperanza de los sueños,
de los que se cumplieron
y de los que sólo pudo imaginar.
Ya no recuerdo el timbre de su voz
ni su textura,
ni siquiera las palabras
que solía usar, cada día y como todos.
recuerdo, sin embargo, su sonrisa
Pero, sobre todas las cosas
recuerdo su mirada,
los pequeños duendes que bailaban
en sus pupilas, las brasas
encendidas y las lágrimas
que cubrían de niebla
la nostalgia de su alma.
Hoy, tengo yo algo de esa mirada…
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