Creencias de la antigüedad, se dice que la belladona,
también conocida como cereza negra, está difundida por toda Europa.
Siempre estuvo vinculada a las leyendas y la
brujería.
Al igual que las Daturas o la Mandrágora, esta planta ha sido objeto
de creencias, leyendas y fábulas de todo tipo -y lo sigue siendo hasta
hoy.
Fue utilizada en el antiguo Egipto
como narcótico, luego por los Sirios para "alejar los pensamientos
tristes", pero se difunde su uso en secreto por las brujas de la Edad Media.
En la actualidad se la utiliza principalmente
en oftalmologia, y también en casos de neuralgias, tos, asma y Parkinson.
De
acuerdo con algunas tradiciones europeas, el espíritu que habita dentro de la
planta de Belladona sólo sale una noche al año: la noche de Walpurias, cuando
se prepara para celebrar el Sabbath con las brujas.
En tierras célticas hay una
superstición que vincula a la belladona con una hechicera encantadora a la que
es peligroso mirar, aunque una versión más generalizada sugiere que cierta
secta de sacerdotes tomaba una infusión de belladona para honrar e invocar la
ayuda de Bellona, (Belona) diosa de la
guerra.
Otra leyenda cuenta que cierto hechicero trato con esta flor a una
mujer enferma, provocando un estado de sueño que se prolongo durante varios
días.
Al despertar, la mujer, se mostró
molesta por haber “sido despojada del estado hipnótico en que se encontraba,
que la llevaba a lugares maravillosos, llenos de placeres y lujurias”.
Al dar a
conocer su experiencia, se prohibió la flor y fue considerada como “demoníaca”
por la iglesia.
Se supone que la belladona fue empleada para envenenar a las
tropas de Marco Antonio durante la guerra de Esparta, según la descripción que
Plutarco hizo sobre los extraños efectos que siguen a su uso.
Con la misma
planta fue envenenado Claudio, el emperador romano.
En la antigüedad, se
utilizaba la belladona en tintes para ropa.
Se extraía primero del fruto un
color purpura, y después se maceraba para conseguir un hermoso tono verde.
***La Belladona (Atropa belladonna) es una planta vivaz
de la familia de las solanaces. Puede alcanzar un metro y medio de altura, con
tallos muy ramificados y leñosos en su base. Sus hojas son grandes y ovaladas,
sus flores, de forma acampanada, son de color violáceas y amarillas. Sus frutos
son bayas de color negro.
Su principio
activo es la atropina, aunque también
presenta concentraciones menores de escopolamina.
Estos se concentran principalmente en las
raíces y el fruto.
Un síntoma peculiar de la intoxicación por belladona es la
pérdida completa de la voz, aunada a movimientos continuos e incontrolados de
los dedos y las manos.
En sub América se utilizan plantas de esta familia para
acompañar y modular la experiencia de la ayahuasca en infusión con otras
plantas de la misma familia.
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