ANDRÉS ZEVALLOS DE LA
PUENTE
(1916 – 2017)
Un 29 de diciembre de 1916 nació el maestros de la plástica,
Andrés Zevallos de la Puente en Campodén provincia de Contumazá, quien a sus 5
años sorprendía a propios y extraños por la perfección de sus trazos cuando
dibujaba peces, pájaros y flores en el patio de su casa con un pedazo de carbón
o arcilla.
Fue discípulo de José Arnaldo Sabogal Diéguez, Además de pintor, es autor de un hermoso libro, "Cuentos
del tío Lino"
Su papel como pintor, agricultor, camionero, docente etc.
Son parte de la fecunda vida del último gran indigenista.
Los “Cuentos del tío Lino” surgen a través de las vivencias
y creaciones de don Lino León, cuyo oficio de arriero – a inicios del siglo XX
- le permitió narrar historias a los jóvenes de diferentes pueblos, siendo en
algunas fábulas el protagonista y la creatividad junto al humor sus medios para
superar las adversidades.
Andrés Zevallos, maestro de las artes plásticas, continuador
de la corriente indigenista iniciada por Mario Urteaga y maximizada por José
Sabogal, cumple cien años de su nacimiento, quién fuera homenajeado por
distintas instituciones.
Su talento en pintura, sus vivencias de la cultura andina y
la influencia de grandes maestros como Urteaga, Sabogal, Bagate y Blas
“cultores del indigenismo” hicieron a Zevallos que adopte esta corriente, en
cuyas obras muestran las actividades andina del campesinado y la naturaleza.
Entre sus producciones sobresalen: “Cuentos del Tío Lino”,
“Boceto Biográfico del pintor Mario Urteaga”, “Tres Pintores Cajamarquinos”,
etc.; así como, sus producciones literarias sus pinturas encierran un profundo
mensaje de identidad del pueblo andino. Cuando el tenia 9 años, sus padres abandonaron Contumazá para
trasladarse a Cajamarca; coincidencias de la vida para un maestro de la
plástica, llegó a vivir frente a la habitación de un distinguido pintor cajamarquino,
se trataba de Bagate, seudónimo de Juan del Carmen Villanueva Rodríguez, donde
la gente se reunía en Belén para apreciar los cuadros que mostraba desde la
ventana de su casa y en reconocimiento a su incomparable trabajo era
fuertemente aplaudido; fue en ese momento -describe Andrés Zevallos- que se dio
cuenta que su habilidad para dibujar y pintar era un talento que tenía un
enorme valor”.
Zevallos estudió en el colegio San Ramón, ganó todos los
concursos de dibujo, pero pronto llegó el momento de tomar una decisión en su
vida, decidir la carrera profesional a estudiar (cursaba el quinto de
secundaria). Justo en esos tiempos apareció una gran noticia por el periódico,
que “los Cajamarquinos Mario Urteaga y Camilo Blas habían ganado concursos de
pintura en Chile”, esa noticia es otra coincidencia que ayudó a decidir mi
futuro dijo Zevallos, “ahí me dije a mi mismo, Yo me hago pintor”.
Tomada la decisión, Zevallos tenía que comunicar a sus
progenitores, ese momento era el más difícil de enfrentar, su papá quería que
sea abogado y su mamá cura, sus tíos también se asombraron. No entendían su
decisión de desaprovechar la oportunidad de convertirse en abogado para
dedicarse a la pintura; pues, no avizoraban el talento del futuro maestro.
Los años pasan, la infancia es como un sueño, la fuerza de
la juventud se queda en la primavera, la sabiduría pasa a tomar vigencia
durante los 365 días de cada año para acompañar a entender el significado de la
vida. Andrés Zevallos ha añejado sabiamente su arte durante 10 décadas
manteniendo en vigencia el indigenismo.
Su perfecta técnica en sus trazos y excelente combinación de
colores mostrados en cada cuadro le llevaron a las galerías más importantes del
mundo: Alemania, México y Estados Unidos, etc., significando un sin número de
distinciones y reconocimientos en el Perú y el extranjero, quién fuera
condecorado con la “Orden del Sol Naciente”, Rayo de Oro y Plata por el
gobierno de Japón.
En su centenario fue condecorado por el Gobierno Regional
Cajamarca, Municipalidad Provincial y otras instituciones y organizaciones por
dejarnos una herencia que inmortaliza la cultura andina, cimentando el
sentimiento peruano de generación en generación ante las corrientes políticas y
económicas que pretenden desaparecerla.
También conoció al distinguido pintor peruano, Camilo Blas,
seudónimo de José Alfonso Sánchez Urteaga, quien convenció a Zevallos viajar a
Lima para estudiar en la escuela de Bellas Artes, en ese entonces sus padres de
alguna manera se habían convencido y aceptaron la decisión.
Cuando inició a estudiar en la capital se encontró con los
insignes Sabogal y Blas quienes eran docentes de escuela de Bellas Artes. Él
nos cuenta, que a la hora de repartir los cupos, no le pusieron en el taller de
Camilo Blas, sino en el de Teresa Carvallo, totalmente desconocida para él;
entonces, habló con Camilo Blas para suplicarle que le considere estar en su
taller, “está bien, le dijo, pero mejor hagamos una cosa, después de tres
meses, usted me dice si quiere seguir con Teresa o pasa a mi taller”. Durante
esos tres meses, Teresa le acogió con gran interés, debido a su vocación y
asumió un rol orientador, entonces decidió quedarse con ella.
Terminó los 4 años de ciclo básico de estudios, pero le
faltaba 3 años de especialización, era consciente de la escases económica que
vivía su familia, por lo que decidió hacer su vida solo. Así comunicó a sus
padres su decisión y pidió que el dinero que iban a invertir en sus estudios se
destine para la educación de sus hermanos.
Conoció a mucha gente, incluso a Julio C. Tello, quién le
dio opción de trabajar, pero con el sueldo del barredor; mientras que, este
pasaba a ganar el sueldo del dibujante, trabajó para el Ministerio de Salud
Pública como inspector de salud pública del río Rímac y docente universitario
en San Marcos.
El destino le regresó a Cajamarca a su natal Contumazá a
cultivar la tierra por 10 años, también fue profesor del colegio hasta que en el gobierno de Odría le
persiguió; perdió a su primera esposa, quedándose a cago de sus 4 hijos. Felizmente
tuvo el apoyo de sus hermanas en el cuidado de sus niños cuando se convirtió en
camionero para sustentar sus gastos.
Mientras los pinceles esperaban su turno, Zevallos volvió a
la docencia en el colegio San Ramón. Fue director de la Casa de la Cultura por
17 años, a pesar que aceptó el cargo solo por tres meses. Presentó varias
cartas de renuncias más fue ratificado por varios gobiernos hasta que llegó el
momento de su jubilación como docente y también su renuncia irrevocable al
cargo de la Casa de la Cultura.
Se dedicó de pleno a la pintura, armando un taller en su
casa donde guarda una Xilografia de Sabogal, Zevallos muy amenamente nos cuenta
el momento que le pidió a Dios que le dé 20 añito de vida para recrear su arte
de todo lo que tenía embalsado desde su niñez hasta su juventud; tiempo en el
cual alcanzó logros a nivel nacional e internacional. Cumplida su petición,
Dios prorrogó indefinidamente su tiempo de vida porque le faltaba crear muchas
obras llenas de inspiración.
El sábado 08 de abril del 2017 a los 101 años de edad fallecio el pintor indigenista Cajamarquino Andres Zevallos
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