Cuenta la leyenda. Era el día de la semana más ocupado para Dios. Era el día en el que se acondiciona un jardín especial en el cielo y se instalan hornos, ensambladoras y demás máquinas para hacer bebés.
Ángel de Amor.
Un ángel acompañaba a Dios
en esos menesteres. Dios sacaba sus hojas de vida, llenaba las especificaciones
y las pasaba al ángel para que éste se encargara de pintar los ojitos, rellenar
los cachetitos y poner cabellitos a los
“nuevos” modelos que serían enviados poco a poco a la Tierra.
¡Más aprisa angelito! Mueve más rápido las
manos pintando a los angelitos, veo que a todos les pones ojos claros, lo haces
por economizar o por trabajar menos, jajajajja, bromeaba Dios con el ángel.
Era un día de trabajo arduo,
pero también de fiesta y felicidad de mucha emoción.
A Dios le encanta enviar niños a la Tierra
para que los hombres entiendan su señal de que la humanidad debe seguir
adelante.
El ángel se recreaba viendo
al Gran Escultor haciendo sus obras maestras.
El fin de la jornada era un
poco más tranquilo, el ángel se dedicaba
a asignar fecha de nacimiento a cada uno de los pequeños y Dios firmaba algunos
documentos de trámites.
Al ángel le encantaba
husmear, entre los papeles, tratando de ver algún dato que le ayudara a
encontrarse con los niños cuando él fuera enviado a la Tierra también.
Sorprendido dijo ¡No lo
puedo creer, Señor!, gritó enfurecido el ángel.
Estas hojas de vida tienen
una firma tuya autorizando que estos niños vivan una experiencia dolorosa en
sus vidas.
¡No lo entiendo, Señor!
¿Qué no eres un Dios bueno?
¿Acaso es tu
diversión, dejar que tus hijos sufran?
Dios sonríe y le responde:
Calma, calma, calma angelito.
Mi deseo
para todos ellos es que vivan felices en la Tierra; pero sé que, en su
humanidad, algunas veces elegirán caminos que los alejen de la felicidad.
No quiero que se me pierdan.
El dolor es una experiencia que muchas
veces lleva a las personas a encontrar el camino de regreso a su Creador.
Por eso lo permito y yo
estoy en todo momento velando por ellos.
El ángel estaba confundido.
Entendía las razones de Dios
y conocía el gran amor de su Padre. Pero no concebía la idea de que sus
pequeñas obras experimentaran sentimientos tan lastimosos.
*** Es que, Señor. Aquí
escribiste “DIVORCIO” y esa es una experiencia devastadora.
¿No pudiste haber elegido
otra opción?
¿Por qué no les pones
solamente que se caigan de un árbol?
Es más…. Si quieres, ¡Que
les enyesen un brazo!
Pero…. ¡DIVORCIO! ¡Vaya
camino para volver a ti!
Demasiado empedrado, diría
yo.
¿No tienes miedo de que se
hundan en la tristeza y jamás salgan de ahí?
Dios sacudió su cabeza, tomo
aire, se sentó en su trono, cargó en su regazo al ángel y, sonriendo, le dijo:
**** Creo que ha llegado el
momento de enviarte a la Tierra.
¿A mí Dios?, preguntó el ángel.
Me ilusionaba esa idea,
soñaba con cuidar a tus criaturas, pero ahora ya no quiero ir.
No quiero estar
entre el dolor y las lágrimas.
Recuerda yo los amo más que
tu.
Te dolerá su dolor, es cierto.
Pero yo seré tu fortaleza y pondré en tu
corazón las palabras que debes decirles para hacerles recordar su coraje y
valor para salir adelante.
Preguntó inseguro el
ángel.
¿Me mandas a aconsejarlos?
*** No solo eso, mi amigo.
Hay algo que no te he dicho.
Todo el trabajo que hacemos aquí, todo eso de
ponerles pestañitas y llenar de buenos sentimientos su corazón, es sólo el
principio de la obra.
Los materiales que se
requieren para completarlos no los tenemos en el Cielo.
Se llaman vivencias y esas
sólo se encuentran en la vida.
¿Y por qué no se las asignamos desde aquí,
Señor?
Porque ellos deben
elegirlas.
Ese es el privilegio que les
regalo, que tengan libre albedrío para elegir lo que desean vivir.
** El ángel le pidió al
señor, explícame al detalle cual es mi misión.
Tu labor será completar mi
obra.
El ángel dio un salto, abrió
sus ojos grandes y exclamó:
¡Pero eso es mucho trabajo! Yo no sé nada de eso, no me sé las fórmulas
ni las combinaciones de inteligencia, emociones, sentimientos, talentos que tú
usas.
Tranquilo angelito, dijo
Dios: Tú les vas ayudar a reconstruirse, les ayudarás a reparar esos sentimientos
que se les vayan desgastando por la rudeza de las vivencias que elijan.
Serás un ebanista del
corazón y tu labor será iluminar esos rincones de su interior donde se
encuentran todas las respuestas que yo les deposité al crearlos.
¿Y con qué lámpara haré eso,
Señor?
Será con la luz de mi
palabra.
Dios le dijo: tú serás
sacerdote. Sólo desde esa vocación podrías ayudarlos a recuperar sus sueños
rotos. Recuérdales el plan de vida que yo hice para ellos y que tú a escondidas
leías. Ayúdales a recuperar la alegría y a encontrarle sentido a su vida.
El ángel dijo: Estoy listo,
Señor. Si tú dices que estarás conmigo, todo lo podré. Sólo dime una cosa…
¿cómo me llamaré?
Te llamará “Padre”
Organización Promotora de
Actividades Educativas, Desarrollo y Bienestar Social sin fines de Lucro en
beneficio de los más necesitados niños, joven y adulto mayor.
0 Tú opinión importa...:
Publicar un comentario