Podemos considerar al cultivo del kéfir como un gran
auxilio para el organismo, por su efecto: desintoxicante, regenerador de la
flora intestinal benéfica y estimulante de las defensas naturales.
Sin embargo
no conviene tomar al kéfir como si fuese una medicina mágica ni de efecto
inmediato.
Más allá de algunos testimonios de efectos espectaculares, sus
beneficios aparecen por el consumo moderado y persistente.
La principal virtud del kéfir es restablecer la flora
intestinal normal, tan importante para una buena digestión y asimilación de los
nutrientes ingeridos.
Para comprender este efecto, es bueno ampliar un poco más
el tema. Cuando el niño nace, el intestino es estéril, pero pronto son
introducidos microorganismos a través del alimento.
En niños que son
amamantados, hay gran número de lactobacilos, generándose así un pH inadecuado
para la proliferación de los gérmenes de la putrefacción.
En niños alimentados
con biberón, se da una flora mixta, siendo menos prominentes los lactobacilos.
Cuando más tarde se desarrollan los hábitos alimentarios
hacia el patrón adulto, la flora cambia, pues la dieta tiene una marcada
influencia sobre la composición relativa de la flora intestinal y fecal.
Una
alimentación rica en proteína animal produce putrefacciones intestinales; se
altera la flora bacteriana normal, apareciendo una cantidad excesiva de
gérmenes de la putrefacción.
En el intestino delgado del adulto predominan los
lactobacilos, pero en el íleon inferior y el ciego, la flora es fecal. Las
bacterias intestinales son fundamentales en la síntesis de las vitaminas B y K,
en la conversión de pigmentos y ácidos biliares, en la absorción de nutrientes
y en el control de los microorganismos patógenos.
El kéfir transforma la flora intestinal putrefactiva,
sustituyéndola por los bacilos lácticos de propiedades antisépticas. También
produce la secreción de una sustancia antipútrida que persiste aún después de
la desaparición de los bacilos.
Es decir que cambia la putrefacción
(perjudicial para el organismo humano) por la fermentación láctica.
Según investigaciones de la Universidad de La Plata, los
microorganismos presentes en el kéfir se ensañan particularmente con la
Escherichia coli, temible bacteria responsable de afecciones como el síndrome
urémico hemolítico, que puede tener consecuencias letales en niños pequeños.
Dado que la ingesta de kéfir aumenta la protección contra estas infecciones, se
ha comenzado a introducirlo en la dieta de comedores infantiles.
El kéfir no solo dificulta la pululación de microbios
patógenos en el intestino, sino que aporta abundante ácido láctico.
Su acción
se extiende hasta el estómago, al cual estimula.
Sus efectos se derivan de la
acción enzimática y antitóxica que presenta.
El restablecimiento de la flora
normal trae consigo una regulación de la función intestinal.
En este aspecto es
importante el tiempo de cultivo:
El de menos de 24 horas es laxante (se debe
tomar por la noche, durante algunas semanas), el de 72 horas es astringente y
el intermedio (48 horas) resulta neutro.
El kéfir también provoca una mayor
generación intestinal de serotonina, neurotransmisor de efectos estimulantes.
El kéfir presenta propiedades antivirales, antifúngicas y
antibióticas, estimulando el sistema inmunológico.
También posee efectos
aperitivos y afrodisíacos. Ha sido utilizado con éxito en enfermedades tales
como cálculos renales, hipertrofia prostática, diabetes, artritismo reumático, infarto
de miocardio, esclerosis múltiple, anemia, asma, bronquitis, etc.
Está
especialmente indicado en padecimientos del aparato digestivo, tales como
úlceras, colitis ulcerosa, intolerancia gástrica, colon irritable,
divertículos, etc.
El kéfir es muy útil en uso externo para patologías dérmicas
(acné, eccemas, soriasis, alergias, etc.), dado que es un poderoso antiséptico
que ayuda a curar heridas.
Resulta muy efectivo en la prevención y curación de
enfermedades producidas por el virus del herpes.
Se sabe que el herpes tipo II
participa en la génesis de distintas enfermedades, tales como cáncer, artritis
reumática, patologías renales, trombo-embolias, alergias cutáneas y asmáticas,
esquizofrenia, párkinson y diabetes.
Además de estimular el sistema inmunológico.
El kéfir estimula otras funciones orgánicas, mejorando el estado de piel y
cabello.
Por lo expuesto, el kéfir es altamente recomendable en enfermedades de
tipo nervioso, úlceras internas, catarros bronquiales, esclerosis, infarto
cardíaco, problemas de vesícula, hígado y riñones, ictericia, enfermedades del
estómago e intestinos, diarreas, divertículos, estreñimiento, inflamaciones,
leucemia, anemia, depresión, dermatitis, soriasis, acné, eccemas...
Su uso continuado produce muy buenos efectos en convalecencia
después de graves enfermedades, contribuye a la depuración del organismo,
normaliza la presión arterial, estimula el buen ánimo y ayuda en la obesidad.
También da buenos resultados en alergias de piel, embarazos y en las molestias
femeninas del bajo vientre.
Además de ser una bebida que calma la sed.
El kéfir
de agua es un excelente isotónico en condiciones extremas de calor y esfuerzo
físico.
Los nódulos de kéfir pueden cultivarse caseramente en
distintos medios y con similares efectos benéficos para el organismo:
Leche de
semillas, agua, jugo de uva o de otras frutas con alto contenido de azúcar.
Cuando se parte de leche, se obtiene una especie de yogurt líquido.
Si se usa
agua, se logra una bebida similar a una limonada gasificada (el popular kvas de los rusos).
Al utilizar jugo de uvas,
se obtiene una bebida muy similar al champagne.
Organización Promotora de Actividades Educativas,Desarrollo y Bienestar Social sin fines de Lucro en beneficio del más necesitados niños,joven y adulto mayor.
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